Dec 14, 2005

sansho dayu

El Intendente Sansho, Kenji Mizoguchi (1954)

La dama Tamaki, en compañia de sus hijos Zushio y Anju, camino por un sombrío bosque. Se propone reecontrarse con sumarido, el ex-gobernador Masuaji Taira, quien había sido desterrado a causa del respeto que dispensaba a sus súbdios. Zushio es el portador de una estatuilla de la diosa Kannon qu le confió su padre al partir. con ella le dió una norma de conducta: "un hombre que no tiene compasión es como una fiera".

La región por donde viajan está castigada por los bandidos, y nadie les quiere dar cobijo.Una anciana les ofrece su ayuda, pero al día siguiente los entrega a los piratas. Madre e hijo son separados: ella es conducido a la isla de Sado, y los niños son vendidos al cruel intendente Sansho. Alli son testigos de la atroz vida que les espera como esclavos.

Pasan diez años, para sobrevivir, Zushio hace propios los principio s de sus verdugos, y se transforma en un desalmado. Una esclava recién llegada de la isla de Sado canta una triste canción, en la que los dos hermanos reconocen la voz de su madre. Este llamada del pasado despierta al fin la conciencia de Zushio, quien decide huir en busca de ayuda. Anju se queda para proteger su fuga. Poco después, y para no verse sometida a la tortura, se arroja a las aguas de un lago

Tras serias dificultades Zushio llega a la capital, donde se postra a los pies del Primer Ministro, por esa osadía es encarcelado. Poco después, y mecer a la imagen de Kannon que lleva consigo, es reconocido en la Corte. Entonces descubre que su padre murió tiempo atrás en el exilio. Para comepnsarle de tanta desventura, Zushio es nombrado Gobernador. Su primera medida será detener al siniestro Sansho y liberar a todos sus esclavos.

Desolado tras conocer la suerte de su hermana, Zushio renuncia a su cargo, y emprende la búsqueda de su madre. Finalmente la encuentra en las playas de Sado. Ahora es una pobre ancia ciega y tullida. Gracias de nuevo a la estatuilla, Tamaki reconoce a su hijo, y ambos se entregan a un inconsolable llanto.

En octubre con la excusa de ir en busca de un regalo para un amigo, al que te gustaría regalarle otra cosa pero como sabes que no lo va a apreciar prefieres gastar el dinero y guardarte la curiosidad; llevaba un dinero de más para la 3º edición de cine japonés de filmax y por el mismo precio que "Bajos Fondos" o "Sanjuro", volví bajo el brazo con un libro de Antonio Santos sobre Kenji Mizoguchi (también lo hay de Ozu y Kurosawa), a donde corresponde la sinopsis.

Estrenada en 1954 ya en la última y más fascinante etapa de Mizoguchi, "cuentos de la luna pálida", "vida de Oharu", "los amantes crucificados", "la calle de la vergüenza" -en mi filtro personal la pongo entre las 3-, sin elegir yo me quedo con todo los que sobrevivió. Bajo su tutela la obra basada en un relato Ogai Mori con orígenes de leyenda popular se convierte en un cuento de desvatadores efectos. Como es constante en su obra no recurre a primeros planos -decía que los odiaba-, te arrastra al límite, conoces el sufrimiento y te dice que no hay que acercarse tanto para sentir, ya duele sí, es la canción de la isla de Sado...



¿Pero qué es el sufrimiento de un par de personas?, unos metros más allá en la playa un pescador continúa su faena, el mar y las montañas impasibles miran.

Pd.: adiós Anju, entonces el sacrificio siempre lo hacia la mujer, no se cuestionaba era natural .

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